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Qué regulación laboral necesitan hoy las empresas

 

Llevamos varios años de debate, tanto en tribunas como en los medios de comunicación, sobre las bondades o maldades de la legislación laboral actualmente vigente, fruto de la última gran reforma laboral de los años 2010 con Zapatero y 2012 ya con el Gobierno Rajoy.

En los últimos meses, las críticas se han incrementado y las propuestas para la derogación íntegra de la misma y la vuelta a la legislación anterior se han presentado como la mejor solución para eliminar la “precariedad existente” y garantizar el trabajo para todo aquel que lo requiera y en las mejores condiciones posibles.

Todo el argumentario a favor de la contrareforma se basa en la idea de que cambiando la legislación vigente de un plumazo se solucionarán todos los males y volveremos al pleno empleo y a una mejor cobertura laboral y salarial.

Este argumento falla desde el inicio porque se olvida de una premisa irreemplazable: la actividad económica y el empleo lo generan las empresas y no podemos olvidarnos de lo que estas necesitan para competir y sobrevivir en unos escenarios, locales y globales, cada vez más complicados. Las empresas necesitan estabilidad y entornos económicos que permitan el desarrollo de su actividad en las mejores condiciones posibles.

No fue la Reforma Laboral la causante del creciente desempleo durante la pasada crisis, sino la brutal caída en la actividad económica que sufrimos todos entonces. Estoy convencido de que si las empresas hubieran tenido más mecanismos de adaptabilidad a esa nueva situación durante la pasada crisis, los efectos de la misma en los empleos y en la continuidad de muchas empresas, luego desaparecidas o con enormes problemas de viabilidad, hubieran sido considerablemente menores.

Paralelamente, en Euskadi existe un discurso sindical mayoritario que plantea la confrontación y el conflicto permanente contra la empresa como solución “al desempleo y la precariedad existente en nuestra Sociedad”. Este discurso olvida que en ningún caso somos un País precario y que las condiciones en materia de estabilidad laboral, salarios, jornada de trabajo y bienestar derivadas también de las políticas públicas que destinan el 80 % de sus presupuestos a políticas sociales, son las mejores de nuestro entorno de lejos

En este contexto, las empresas nos muestran su preocupación por la elevada conflictividad laboral existente, y este es un asunto que va a causar más dificultades si no somos capaces de contar con un diálogo social donde participemos y compartamos problemas y soluciones, empresarios/as y trabajadores/as, todos/as sin exclusiones.

A mi entender, el debate de fondo es saber cómo regulamos el trabajo con soluciones a las necesidades de trabajadores/as y empresas en base a modelos de colaboración. Este es el reto: transformar la empresa desde la cooperación. Y para ello hay cientos de experiencias de éxito en Euskadi que deben ser observadas y tenidas en cuenta.

Las empresas necesitan menos rigideces y más  flexibilidad y adaptabilidad. Limitarlas o eliminarlas solo va a causar más desempleo en nuestra sociedad. Al mismo tiempo, debemos dotarnos de mecanismos de participación de los/as trabajadores/as en la gestión de las empresas y aquí el camino recorrido por las empresas vascas es extraordinario.

Hay que insistir también en dotarnos de políticas de empleo públicas exitosas, que garanticen una inserción laboral rápida, favoreciendo la formación necesaria para que las transiciones entre empleos sean lo más cortas posibles. Aquí tenemos que continuar mejorando Lanbide para que desde la cercanía a las empresas, sea capaz de ser un instrumento de conocimiento e intermediación laboral.

Es verdad que contamos con tasas de temporalidad muy altas, tanto en el sector privado como en el público. Esta es una característica negativa de nuestro mercado laboral que debemos solucionar. Siempre existirá empleo temporal porque hay actividades económicas que también lo son, pero no podemos consolidar un mercado laboral ordenado y moderno con las cifras de contratos temporales existentes actualmente. La temporalidad es mala para el trabajador/a y mala para la empresa. Pero la temporalidad no va a solucionarse elevando los costes del despido actualmente existentes como prometen algunas voces conocidas, se resolverá si modificamos la legislación vigente y hacemos más atractiva para las empresas la contratación fija.

Necesitamos también respuestas ante nuevas actividades empresariales y nuevas formas de trabajo como la robótica, la inteligencia artificial y su afección al mundo del trabajo, etc.

Hay que avanzar en incorporar cambios con visión de futuro, cambios que nos lleven a un mercado de trabajo más flexible, pero también más seguro y con más estabilidad.

Es cierto que nuestro mercado laboral tiene ineficiencias y las debemos corregir con diálogo y atendiendo a las demandas de empresas y trabajadores/as, pero volver a soluciones del pasado para resolver problemas presentes y futuros no parece la mejor manera de afrontar estos retos por muy idílicos que nos pinten los resultados.

No podemos regular las relaciones laborales del siglo XXI con recetas de hace 40 años, porque sería un error que dificultará nuestra competitividad y la viabilidad futura de las empresas.

 

Francisco J. Azpiazu

Secretario General de CEBEK

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