
Artículo de opinión de Santi Pisonero (Socio Fundador de pr4, Innovación y Tecnología social ).
En los últimos años abunda la literatura que relaciona la “felicidad” en el trabajo con una mejora de los procesos y de los resultados. Además, hoy en día, a nadie se le escapa que la relación entre la persona trabajadora y las organizaciones está experimentando un cambio que va en paralelo al cambio cultural y de valores, cambio especialmente notorio con la generación millennial. Al talento hay que captarlo, hay que mantenerlo dentro de la empresa y hay que hacer que lo de “todo”.
Por otra parte, una gestión orientada hacia la excelencia y hacia la mejora continua es una declaración de intenciones por parte de las organizaciones, a veces meramente formal y de voluntad. Hay que darle cuerpo a esta voluntad y compartirla con las personas que forman parte de la organización.
La mejora continua y motivar el talento suponen, pues, un doble objetivo que no se cumple por sí solo, sino que necesita de herramientas específicas, siendo una de ellas la medición de la satisfacción dentro de la organización.
Medir la satisfacción en la organización para la mejora continua y motivar el talento.
Nuestra experiencia en la medición de la satisfacción de las personas trabajadoras en las organizaciones nos dice que esta herramienta funciona, y que básicamente lo hace por tres razones.
Identifica mejoras objetivas. En primer lugar, porque detecta objetivamente aspectos de mejora en los procesos productivos y de comunicación, en el liderazgo, en los recursos, las condiciones no económicas o en la orientación al cliente…
Identifica mejoras subjetivas. En segundo lugar, porque identifica mejoras en aspectos que son más cercanos a la persona pero que determinan su desempeño en la empresa, aspectos pertenecientes al concepto de calidad de vida y que se refieren a las sensaciones percibidas de seguridad, derechos, relaciones, desarrollo personal y profesional, realización… y, en definitiva, bienestar emocional.
Pasa del querer al hacer. En tercer lugar, porque la propia medición es, en sí misma, una herramienta de mejora. Llevar a la acción una voluntad de mejora, la obligada reflexión de la dirección al plantear las preguntas, el hecho de preguntar y ser preguntado, ofrecen intrínsecamente un resultado valioso. Preguntar es bueno.
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