
Hemos comenzado el curso económico y social en Euskadi y seguimos con la misma música y letra que hemos conocido en los últimos años por parte de algunos sindicatos: el recurso inmediato al conflicto y la confrontación como prioridad en la acción propia y diferenciada del sindicalismo vasco.
No hay matices ni términos medios: “o aceptas mis propuestas o no hay paz social en las empresas y en la sociedad en la que vivimos y trabajamos”, porque nada es suficiente y porque, a su entender, las empresas tienen demasiados beneficios. Y esto, sin distinguir entre grandes y pequeñas, sectores y actividad, y extendiendo los resultados de unas pocas grandes compañías (que son tractoras fundamentales de nuestra economía y juegan un papel insustituible en el mantenimiento del estado de bienestar que disfrutamos a través de sus aportaciones fiscales) al resto del tejido económico vasco que trata de sobrevivir a 15 años de dificultades y crisis conocidas.
Pero conviene recordar que esta estrategia nace de una premisa falsa, y es que, supuestamente, “siendo Euskadi un País precario donde ni las empresas ni las administraciones publicas contribuyen suficientemente al bienestar de la ciudadanía, a la mejora de sus condiciones laborales y a sus políticas de bienestar” no queda otra salida que la lucha y la confrontación.
No por repetir una idea en múltiples ocasiones, las que hagan falta, esta se convierte en verdad, aunque este es un mantra que venimos escuchando desde hace ya muchos años.
En Euskadi, nuestras administraciones públicas destinan el 76 % de sus ingresos públicos a políticas sociales con un consenso general mayoritario que las empresas compartimos. Asimismo, contamos con las mejores condiciones salariales y de jornada de todo el Estado con diferencia. Los mejores convenios colectivos, sectoriales y de empresa, son vascos. Tres de cada cuatro trabajadores/as vascos/as (78%) cuentan con un contrato indefinido y el 84% tiene un contrato a tiempo completo; contamos con las jornadas laborales más cortas del Estado, de lejos; el coste laboral por trabajador/a y mes en el País Vasco en este año 2023 es de 3.334,10 euros, 400 euros por encima de la media estatal; los salarios acordados en los convenios negociados este año 2023 por CEBEK en Bizkaia cuentan con un incremento medio del 5% , sin contar las cláusulas de actualización firmadas, un punto más que la media del Estado. Nuestras empresas han recibido reconocimientos por toda Europa por sus modelos de gestión avanzada, donde la participación de las personas en el proyecto empresarial es un eje relevante. Las desigualdades y la brecha de genero están muy por debajo de la media europea y la población en riesgo de pobreza y exclusión social es claramente menor que en nuestro entorno.
A pesar de todo, continúa desde hace años una estrategia sindical de negar estas evidencias a través de una espiral de huelgas, reivindicaciones y exigencias donde el punto de partida es la crítica a un “País precario”.
Unido a esto, existe una pretensión de determinados sindicatos vascos de deslegitimar a la empresa y a los/as empresarios/as como soportes fundamentales del bienestar que vivimos, que es una especificidad que no la vemos en otros entornos estatales y europeos. Esta beligerancia y esta agresividad sorprenden y se traducen en un número extraordinario de huelgas y horas perdidas por huelgas que suponen en ambos casos más del 50 % del total del Estado.
¿Cómo es esto posible con los datos de bienestar y despliegue de políticas públicas como las que tenemos?; ¿Cómo es posible seguir hablando de precariedad, de insuficiencia de compromiso empresarial y basar en una falsedad la apuesta por el enfrentamiento?
Al mismo tiempo, existe una clara intención de rechazar toda regulación que proceda de marcos distintos a los nuestros, tachándola de invasora y contraria a los derechos de los/as trabajadores/as vascos/as.
Las empresas vascas han demostrado siempre un claro compromiso con nuestro entorno a la hora de invertir, crecer, crear y mantener el empleo y bienestar. Contamos hoy con unas tasas de empleo récord y esto es gracias a este compromiso y a la buena gestión de las empresas. Euskadi no tendría las ratios de crecimiento, progreso y bienestar sin esta complicidad. De la competitividad y sostenibilidad empresarial depende el bienestar que tenemos y disfrutamos. ¿Puede atribuirse a la lucha sindical este nivel de bienestar o acaso genera un mayor PIB?
Si no percibimos que realmente tenemos un problema serio y que esta estrategia es irracional y debe cesar hacia modelos de concertación y participación, lastraremos el presente de las empresas y los/as trabajadores/as, el bienestar que disfrutamos y también nuestro futuro como sociedad moderna y referente en el mundo.
Francisco J. Azpiazu
Secretario General de CEBEK