
Por Iñigo Apezetxea Antoñana (Socio de la solución de Estrategia de PwC -Strategy&- y miembro del equipo especialista en Fondos Europeos – NextGenEU)
Como consecuencia de la triple crisis sanitaria, social y económica provocada por el SARS-CoV-2, el Consejo Europeo aprobó la movilización de un paquete de ayudas con un volumen sin precedentes, entre las que destaca el fondo “Next Generation UE”. En concreto, se han movilizado más de 800 mil millones de euros para que las economías europeas se recuperen del impacto negativo causado por la pandemia mientras avanzan hacia la transformación digital y la sostenibilidad de su actividad.
Tras meses ocupando titulares en prensa, es sabido que España recibirá una importante proporción de esos fondos, llegando hasta los 140.000 millones, de los que la mitad se canalizarán a través de transferencias no reembolsables y el resto mediante programas de financiación. Tras las preceptivas negociaciones europeas y el proceso administrativo subsecuente, el 16 de junio de 2021 se aprobó el plan de recuperación estatal y empezó un goteo más o menos continuo de convocatorias, bien a través de los canales tradicionales (CDTI, IDAE, etc.), o bien, a través de mecanismos innovadores como los PERTE (Proyecto Estratégico de Recuperación y Transformación Económica).
No obstante, tras estas cifras mareantes y los anuncios institucionales de ejecución de las ayudas según lo previsto, la gran mayoría del tejido económico-industrial todavía se pregunta dónde están los fondos y cuándo empezarán a llegar a sus balances. Son muchas empresas las que miran de reojo a su sector y se preguntan: “¿Seré yo la única que está dejando escapar esta oportunidad? ¿Se están repartiendo carretillas de dinero en alguna ventanilla y todavía no me he enterado?”
La verdad es que estas preguntas se repiten con mucha frecuencia y la respuesta es más o menos unánime. Dada la complejidad y la ausencia de precedentes de este mecanismo, la movilización de los fondos está requiriendo de más tiempo de lo que la mayor parte de empresas desearía. Además, si bien es cierto que el volumen de ayudas es muy relevante, también lo es que hay un gran número de frentes sobre los que se quiere actuar. Por tanto, esos 140.000 millones que, por su magnitud, parecen inagotables, acabarán fragmentados en diferentes sectores, regiones, tipología de proyectos, etc. lo que limitará la cantidad “accesible” para cada empresa y aumentará la exigencia de presentar iniciativas realmente transformadoras y de alto impacto.
Con todo esto sobre la mesa, ¿hay algo que puedan hacer las empresas bizkainas, especialmente las PYMEs, para prepararse ante la prometida llegada de fondos? ¿O, quizá deben simplemente sentarse a esperar y empezar a pensar en formas de gestionar su frustración? Si bien las características de las convocatorias, su dotación económica y los requisitos se escapan del control de las empresas, hay ciertas acciones que se pueden poner en práctica, de manera que se aumenten las posibilidades de desarrollar un proyecto ganador susceptible de ser ayudado.
- En primer lugar, hay que olvidarse de asociar los fondos con una especie de maná europeo que regará de millones a las empresas, de manera que éstas se tengan que romper la cabeza pensando en formas para gastarlos. Es más acertado considerarlos como un acelerador de la estrategia de la compañía, que permita dotar de mayor ambición a proyectos que tengan todo el sentido y sean consistentes con las capacidades nucleares de la empresa. De esta manera, se evita el riesgo de embarcarse en inciertas aventuras ante la esperanza de que lleguen unos fondos que las respalden. Por tanto, la primera clave es tener clara la estrategia de la empresa y, partiendo de esa reflexión previa, identificar iniciativas susceptibles de ser impulsadas o aceleradas mediante una ayuda externa y extraordinaria.
- Con esa reflexión previa realizada, las empresas tampoco deben despistarse u obsesionarse con los conceptos y figuras que aparecen en los medios que, sin la correcta interpretación, añaden confusión a un contexto ya de por sí complejo. Si bien es cierto que el mecanismo PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) llama la atención por su novedad y la ambición de las iniciativas que pretende recoger, no hay que obsesionarse por entrar en uno. En esos PERTE se recogen expresamente espacios para PYMEs, pero acceder a esas agrupaciones empresariales aportando capacidades diferenciales puede ser terriblemente complejo y consumir mucho tiempo en la búsqueda de socios adecuados, el acceso al líder del consorcio y las conversaciones para “ganarse el derecho” a formar parte de él.
Para la mayor parte de PYMEs puede ser más eficiente prestar atención a las convocatorias que, en formatos más tradicionales, lanzarán los diferentes organismos intermedios habituales (CDTI, IDEA, DGPYME, etc.), tanto a nivel estatal como autonómico o local. Estas oportunidades, que no hay que olvidar que movilizarán buena parte de las ayudas, pueden ser más fáciles de gestionar por parte de las pequeñas empresas al no depender su presentación a las mismas tanto de terceros como de sus propias capacidades y calidad de los proyectos.
- Por último, una vez identificados los proyectos y con una cierta reflexión del tipo de ayudas a las que se podría optar, es muy importante ser proactivo y no esperar, simplemente, a la publicación de la esperada convocatoria. El tiempo que se da a las empresas para presentar la documentación requerida es limitado y es mejor afrontar su preparación con margen suficiente, evitando sofocos de última hora.
Para ello, puede ser una buena práctica basarse en convocatorias ya publicadas para conocer la información que típicamente se está solicitando, la intensidad de ayudas a las que presumiblemente se podrá acceder, la naturaleza de los gastos subvencionables o lo habitual de cláusulas como el “efecto incentivador” o la “compatibilidad de ayudas”. Este examen del pasado puede ayudar a anticipar las características de ayudas futuras. Así, las empresas tendrán algo más de margen para pulir los proyectos, ajustar las expectativas sobre los importes que podrían recibirse y hacerse una composición de la documentación a presentar, tanto administrativa como informes justificativos.
En cualquier caso, y más allá de que los fondos acaben llegando al proyecto concreto que su empresa pueda tener -que no deja de ser el objetivo último de todo esto- hay otras consecuencias positivas, más intangibles, que pueden ser aprovechadas. En concreto, este proceso ha provocados que muchas compañías fortalezcan sus lazos con las empresas de su cadena de valor, reflexionando juntas sobre vías de colaboración y posibles iniciativas transformadoras que impulsar de manera conjunta. Nos constan numerosos casos de proyectos que se han gestado al albur de estos fondos que acabarán ejecutándose reciban o no el impulso de estas ayudas.
Con todo, toca armarse de paciencia y estar preparado ante la oportunidad que ofrecen estos fondos que, por el bien de todos, deberían empezar a dejarse notar a lo largo de 2022 con una mayor intensidad, en la medida en la que se incremente el número de ayudas y convocatorias dirigidas a las empresas.
Para más información, les invitamos a consultar la web: https://www.pwc.es/es/fondos-europeos-next-generation.html
Autor: Iñigo Apezetxea Antoñana
(Socio de la solución de Estrategia de PwC -Strategy&- y miembro del equipo especialista en Fondos Europeos – NextGenEU)