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«Creo que el Gobierno no se atreverá a hacer una reforma laboral sin consenso»

Apuesta por el diálogo sin limitaciones y cree que hay que centrarse en «crear más empresas, más empleo y más bases imponibles»

 

 

MANU ALVAREZ Domingo, 23 mayo

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Acaba de ser elegida como nueva presidenta de Cebek, la organización que representa a los empresarios vizcaínos. Es la primera mujer en ocupar ese cargo y todo un signo de que en materia de igualdad algunas cosas han cambiado. Carolina Pérez Toledo tiene ya experiencia en eso de ser la cara y los ojos del colectivo empresarial, tras varios años como presidenta de AED, la asociación de empresarias y directivas de Bizkaia. También ha sido vicepresidenta de Cebek en los últimos cuatro años. De talante moderado, conciliador, parece de ese tipo de personas cuyo primer mandamiento es el de «no molestar». Tiene claro que su papel tiene algo de especial por el hecho de ser la primera mujer en llegar al cargo, pero quiere hacer compatible la defensa de género con un cierto equilibrio. «No me quiero pasar en esto», matiza, como quien levanta una señal de precaución.

– Hay algo invariable en la vida de las organizaciones empresariales. No sólo en la de Bizkaia sino en todas. Siempre que llega alguien a la Presidencia lo hace con la vocación de normalizar las relaciones con los sindicatos.

– Por supuesto, yo también. A eso no se debe renunciar nunca.

– Pero, ¿cree de verdad qué es posible llegar a un llamémosle estado de entendimiento con todos los sindicatos?

– Siempre hay que intentarlo. Qué menos. Mi voluntad es sentarme a hablar con todos, dialogar con todos, con disposición de discutir y hacerlo con normalidad. Si además de eso llegamos a acuerdos, mucho mejor.

Mucho diálogo

– En el País Vasco no es lo habitual o al menos no está generalizado.

– Ya, pero que representantes empresariales, sindicales e institucionales se sienten a hablar en torno a cómo solucionar los problemas, la crisis en la que estamos, es lo deseable. Lo que no es normal es la crispación, las subidas de tono o la falta de respeto a las instituciones. Puede canalizar cierta rabia que podemos sentir todos, pero no es lo que se espera de nosotros.

– No sé si se ha sentado ya con todos los sindicatos.

– Voy a comenzar a hacerlo, con todos. Me corresponde, pero es que además quiero hacerlo.

 Ya que le preguntaba por el diálogo entre empresas y sindicatos, ¿cree que el Gobierno acometerá una reforma de la legislación laboral sin un amplio respaldo?

– Creo que el Gobierno no se atreverá a hacer una reforma laboral sin consenso.

 Pues las declaraciones no van en esa línea.

– Hay sobreactuación en las declaraciones y en la manera de expresar diferencias, por parte de todo el mundo, que luego en la mesa de negociación se aprecian de manera distinta. Eso de la sobreactuación últimamente es algo generalizado. Creo que la vocación es llegar a un acuerdo y además estamos obligados porque hay una exigencia por parte de la UE. La fecha es diciembre. Lo que toca además es hablar de estabilidad política, económica y social. En tener más empresas, más empleo y más bases imponibles. Y en la vertiente laboral, necesitamos un marco jurídico con flexibilidad para poder adaptarnos. Hay empresas que son contratadas para hacer un trabajo que dura un año. La empresa tiene que ser flexible porque le obliga el mercado. Da igual que te resistas, el modelo de negocio con pedidos inciertos está aquí. O te adaptas o te adaptan.

– En su opinión, ¿la figura del empresario está suficientemente valorada?

– Cada día más, ha mejorado bastante, pero hemos luchado mucho para cambiar la imagen. A pesar de eso hay que reconocer que aún queda mucho trabajo, porque hay que darse cuenta de que hablamos de grandes compañías pero también de la panadería de la esquina o del taller mecánico. Incluso hay que darse cuenta de que los autónomos también pueden ser empresarios en gran medida.

– Pero las vocaciones no parecen florecer.

– Hay razones múltiples. La primera, la baja natalidad. Probablemente también la sobreprotección que damos a nuestros hijos e hijas, para conducirles hacia trabajos seguros. Y no hay trabajo más seguro que el funcionariado. Y crear una empresa es saber que vas a estar sometido a incertidumbres.

Las cuotas necesarias

 Su nombramiento es la demostración de que las mujeres se han abierto paso en los puestos de responsabilidad.

– Sí, pero queda mucho camino. En el mundo de la empresa vasca, además, puede ser más difícil porque la presencia de la mujer en determinadas profesiones ligadas a la industria no es precisamente elevada. Hay mucho camino por andar.

– Y, quizá, las mujeres empresarias y directivas ¿son especialmente discretas?

– Puede ser, se habla del síndrome de la impostora. Esa sensación de que no tienes derecho de estar ahí, de que estás obligada a hacerlo todo perfecto para ser respetada y está mal visto que reclames tu espacio.

– ¿Es partidaria de la estrategia de las cuotas?

– Sí, lo soy. Por cierto, el anterior presidente de Cebek también lo es y me pareció un acto de valentía. Coincido con la idea de que las cuotas son una de las pocas vías para que mujeres capaces puedan llegar a puestos de dirección. No es un coladero de mujeres incapaces, aunque resulte algo antipático. Y es una medida temporal porque en cuanto se corrija la desigualdad se quitan y… ya está.

 ¿Cree que hay que combatir la deslocalización de empresas?

– Tenemos que retener el mayor número de empresas que tengan sus centros de decisión aquí, pero hay que reconocer que no resulta fácil. Vivimos en un mundo globalizado en el que el ámbito de decisión local cada vez es más estrecho.

– Hay muchas voces que reclaman al Gobierno vasco una actuación más decidida en esta materia con tomas de participación en empresas.

– Y está bien, pero hay que ser realistas. El Gobierno vasco no puede destinar grandes cantidades de dinero a esto. Lo que puede hacer con sus recursos es realmente poco. Pese a ello, estoy de acuerdo con que lo pueda hacer en determinados casos en los que sea viable. No me parece que sea dilapidar el dinero público.

Fondos con label

 ¿Se le ocurre alguna fórmula efectiva?

– Aunque sea muy atrevida, creo que hay que comenzar a calificar a los fondos de inversión. Distinguirlos entre los que buscan una rentabilidad a corto plazo, los que tienen más sensibilidad por la generación local de riqueza, más ética social, los que apuestan por la sostenibilidad…

 La fiscalidad es un elemento crítico en esa batalla.

– Sin duda, y siempre lo hemos dejado claro. Tenemos un instrumento magnífico que es el Concierto Económico y debemos usarlo para que nuestro territorio sea más atractivo. Lo es y mucho por nuestra calidad de vida, pero tenemos que hacerlo más atractivo para retener y atraer talento y también inversión. Insisto, la clave ahora es centrar el debate sobre la generación de más empresas, de más actividad, de más empleo, de más bases imponibles, y eso nos lleva a más recaudación de impuestos. Y por cierto, hay que seguir insistiendo en la lucha contra el fraude fiscal. Junto a la búsqueda de una mayor eficiencia en el gasto público, es un pilar clave para el futuro.

 

 

«Me hice empresaria para encontrar una salida»

Su primer negocio fue una academia de idiomas en la que empezó «pegando carteles por las esquinas»

 

 

– ¿Se convirtió en empresaria por tradición familiar?

– No, en mi caso había tradición familiar ligada al Derecho. Mi padre era abogado, también tengo un hermano abogado…

– Y, entonces, ¿cómo surgió esa vocación de no tener jefes?

– Yo pertenezco a la generación del ‘baby boom’ y cuando acabé la carrera de Derecho me encontré con un panorama complicado en el mercado laboral. Una tasa de desempleo cercana al 39% y la necesidad de hacer algo para encontrar un futuro. La verdad es que me hice empresaria para encontrar una salida.

 ¿Qué hizo exactamente?

– Abrí una pequeña academia de idiomas, una cosa muy modesta.

– Eso sí que es empezar desde abajo.

– Pues sí. Aún me recuerdo pegando carteles por las esquinas para ofrecer los cursos.

– ¿Cuál fue la clave del éxito?

– Quizá que nos especializamos en dar cursos en empresas, a directivos. Mi primer cliente fue una empresa de Erandio, Cables y Alambres, la antigua Franco Española. Allí comenzó todo.

 Y después de ese comienzo ¿qué hizo?

– Evolucionar y en algunos casos también a la fuerza. En 2008 yo tenía un cliente importante que era Ferrovial que me anunció que ya no trabajaría más para ellos. Me explicaron que el mundo estaba cambiando, que la formación también y que se imponía la formación a distancia. Fue entonces cuando me puse en contacto con Learnlight y me alié con ellos. Había que adaptarse. Pasábamos de lo presencial a lo virtual. También he emprendido en otros campos. En 1998 creé con otra socia Fortec, una consultora. Incluso he tenido una empresa para chartear veleros…

– ¿Una clave para ser empresario?

– Saber hacer equipos y trabajar con ellos.

Responsabilidad y tiempo

 ¿Se acuerda del día en que le propusieron ser presidenta de Cebek?

– Sí, perfectamente. Me llamó Iñaki Garcinuño y me explicó que había sondeado proponerme y que pensaba que yo era la persona adecuada en este momento. Fue una sorpresa.

– ¿Le costó aceptar?

– Un poco sí. Es un reto. Lo es en el terreno personal y también en el profesional. Lógicamente le voy a tener que dedicar mucho tiempo a esta tarea y eso va a restar en mi dedicación a mi empresa. Afortunadamente tengo un equipo magnífico y espero que todo vaya bien.

– Ser la cabeza visible del empresariado vizcaíno tiene sus riesgos. ¿Teme que la tensión que puede haber con los sindicatos en la patronal se desplace a su propia empresa?

– Este es un mundo difícil pero… espero que eso no suceda.

 

 

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